Después de ver la conferencia de Joan Antoni Melé sobre “Dinero y conciencia, ¿a quién sirve tu dinero?” (http://www.youtube.com/watch?v=7ZcQZKj94vY) quiero detallar algunas de las conclusiones que él pone de manifiesto. Primero es importante explicar que este hombre es el subdirector general de Triodos Bank en España (http://www.triodos.es/es/particulares/ ). Se trata de una entidad financiera ética nacida en Holanda en el año 1971. Que sea una banca ética significa que el dinero que depositan los usuarios es destinado a proyectos con fines culturales, sociales o medioambientales. La financiación para las empresas de estos tres sectores se basa en la sensatez de los fines a los que se dedican; por ejemplo no alimentos transgénicos, no industria armamentística, no energía nuclear. Además no imponen comisiones de mantenimiento y se puede sacar dinero desde cualquier cajero.
(El texto a continuación es un análisis de su conferencia que contiene opiniones, razonamientos e interpretaciones personales.)
Empieza con la metáfora de la humanidad como organismo vivo. Las personas somos células que formamos un organismo que es el planeta, y el planeta está enfermo. La tendencia a la uniformidad que nos impone el sistema tiene la función de animalizar al ser humano, consiguiendo que éste se mueva por instintos. El instinto más popularizado es el consumo, nos dicen que si consumes te sentirás mejor, pero el fin último del consumo consiste en que: una sociedad consumista es fácilmente manipulable.
Joan Antoni Melé analiza los tres consabidos usos del dinero: comprar, ahorrar y donar. Empezando con el uso más común que se le da, COMPRAR, en primer lugar cabe analizar ¿qué compro? Lo importante en este caso es tener en cuenta las características del producto. Para los alimentos es fácil: evitar los transgénicos, optar por los productos bio, tener en cuenta el estacionamiento de las plantas y rechazar el maltrato animal. Para los productos manufacturados todo es más difícil debido a la subcontrata empresarial, pero es importante excluir los bienes que se hayan producido en cadenas de explotación y en fábricas que contaminen el medio ambiente, entre otras. La “solución” al problema: comprar productos ecológicos y que respeten los derechos humanos en la cadena de producción. En segundo lugar hay que responder a la cuestión de ¿por qué compro? y en este caso es imprescindible el tiempo de reflexión. La tan famosa perífrasis “ir de compras” se ha convertido en una actividad superflua que a menudo nos da la sensación de bienestar, pero no es real. Se trata entonces de una meditación personal que debería ir asociada a la necesidad. La “solución” al problema: consumir de forma responsable. Además la reducción del consumo material no va asociada al decrecimiento económico, sino que propaga otras fuentes de enriquecimiento como el consumo cultural/espiritual. Por último debemos preguntarnos ¿dónde compro? aquí entra en juego la ley de la oferta y la demanda (competencia). Aquí es clave aseverar que no se trata de una ley, sino del modelo imperante, pero existen otras alternativas relacionadas con la conciencia y la responsabilidad individual. Por ello, el responsable de tus actos eres tú, no puedes apelar a la autorregulación del mercado. La “solución” al problema: promover el comercio justo. Y para ello debemos saber que el precio justo es aquel que paga al productor aquello con lo que puede vivir dignamente y también que formamos parte de la cadena de explotación cuando pagamos el precio más barato. El comercio justo evita las largas cadenas de intermediarios y permite el contacto directo con el primer eslabón de la cadena de comercialización.
En cuanto al uso del dinero referido a DONAR es todo más sencillo. Se aconseja donar dinero a entidades que propaguen proyectos sociales, culturales o ecológicos. Cabe anotar que una donación se realiza en vida, sino será una herencia o un legado. Melé también apunta el daño que hacen las donaciones postmortem en el transcurso de la vida, recibir dinero de forma gratuita sin la consistencia de un proyecto es muy peligroso; y además suele provocar metástasis cancerosa en el seno familiar. Por eso, es importante ser consciente y respetuoso con el dinero que se dona, y pensar en las ventajas y desventajas que puede suponer una donación sin reflexión.
Respecto de la finalidad de AHORRAR entra en juego el concepto de banca ética. El objetivo de ahorrar está muy claro, queremos planificar nuestro futuro porque a menudo tenemos miedo de lo que puede suceder. Además vivimos relegados a un mundo que nos lleva a no confiar en nosotros mismos, a temer en una mala decisión, que nos llevará al fracaso y que sólo podremos solucionar con dinero; todo falso. Así que con asiduidad usamos los bancos o cajas de ahorros para que gestionen nuestro dinero, pero lo único que nos preguntamos es cuánto beneficio económico nos va a reportar. Aquí cabe hacerse otras preguntas con el objetivo de ser coherentes y tomar conciencia, ser respetuoso con nuestros principios y valores y llevarlos también a nuestro banco. Si estamos en contra de la violación de los derechos humanos, si rechazamos la perpetuación de los conflictos armados, si amamos a nuestro planeta, si creemos en la igualdad de oportunidades, si defendemos los ideales de la justicia y solidaridad… No podemos permitir que nuestro dinero sea usado por los bancos y cajas de ahorro para financiar a empresas que: fomentan la explotación infantil, producen bombas de racimo, vierten residuos tóxicos al mar, maltratan a los animales, ocasionan riesgos nucleares… Por ello, la Banca Ética, es una muy buena respuesta.